
A principios del siglo XX el psiquiatra y neuropatólogo alemán Alois Alzheimer detectó por primera vez las causas de la enfermedad que hoy lleva su nombre y afecta a millones de personas en todo el mundo. Alzheimer pudo identificar las “placas amiloides” y los “ovillos neurofibrilares” que afectaban al cerebro y producían la enfermedad neurodegenerativa.
Tomás Falzone, investigador adjunto del Conicet en el Instituto de Biología Celular y Neurociencia (IBCN) y coordinador de un equipo internacional que acaba de publicar en The Journal of Neuroscience un estudio esperanzador, se centró en el estudio de una proteína llamada “Tau”.
Los científicos trabajaron con neuronas humanas diferenciadas a partir de células madre. “Confirmamos que tuvieran la actividad eléctrica correspondiente, les regulamos la expresión de 3R y 4R, y encontramos que cuando en la célula madura se modifica la relación 50-50 entre ellas, aparecen defectos en el transporte de vesículas sobre los microtúbulos -destaca Falzone-. Estos desbalances podrían estar en el origen de procesos neurodegenerativos como el Parkinson o ciertas demencias.”
El descubrimiento permitirá realizar un diagnóstico menos invasivo considerando que se pueden detectar anomalías hasta 25 años antes de que aparezcan los primeros síntomas.
“Nosotros generamos el desbalance y podríamos recuperarlo si sabemos para qué lado se inclinó -destaca Falzone-. Si se puede regular la síntesis de la proteína para que se mantenga la proporción 50-50, se puede pensar en una plétora de patologías que podrían corregirse.”
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