
Mirarlo apenas al abrir los ojos por la mañana, consultarlo a lo largo de todo el día y revisarlo justo antes de acostarse. Hoy en día, es casi imposible imaginar la vida cotidiana de una persona moderna sin Facebook, una parte indispensable de la rutina diaria para la mayoría de nosotros.
Lo que nació en 2004 como un experimento estudiantil ahora es algo mucho más que una herramienta para comunicarnos con familiares y amigos: pasó a convertirse en un fenómeno de unas dimensiones y un poder inimaginables, una especie de Estado extraterritorial, gobernado por gente a la que nadie eligió pero que se siente cómoda en ese imaginario trono.
¿Alguien se detuvo alguna vez a pensar cómo ha cambiado Facebook nuestras vidas? ¿Cómo ha influido en nuestra sociedad? ¿Y en el periodismo? ¿Y en la forma de hacer política?.
Nadie puede negar que Internet y las redes sociales como Facebook han cambiado drásticamente nuestra forma de interactuar: desde el número de personas con las que podemos comunicarnos, la inmediatez con la que nos permite hacerlo y hasta la libertad con la que podemos expresarnos. Sin embargo, el poder de la red social número uno va mucho más allá de esto.
Un archivo enorme: ¿Qué sabe Facebook de nosotros?
Facebook cuenta con 1.790 millones de usuarios activos mensuales, una cuarta parte de la población mundial y más gente de la que vive en EE.UU. y China juntos. Y un archivo gigante de personas de las que sabe prácticamente todo, desde su número de tarjetas de crédito hasta el tamaño de sus viviendas.
En aras de ofrecernos publicidad dirigida, Facebook utiliza casi un centenar de nuestras características, según recogió ‘The Washington Post’, algunas de las cuales probablemente le sorprenderán.
¿Y cómo lo sabe? Según explica la propia red social, “tus preferencias de anuncios se basan en la información que compartiste con Facebook, las páginas que te gustan o en las que participas, los anuncios en los que haces clic, las aplicaciones que usas, los sitios web que visitas, y la información de nuestros proveedores de datos y anunciantes”. En otras palabras, lo sabe:
En este sentido, un estudio de la web de periodismo de investigación independiente ProPublica revela que Facebook cuenta con la ayuda de los mayores ‘brokers’ de datos comerciales, que supuestamente les venden información sobre los gustos de sus usuarios.
Estos datos –según los autores– son utilizados por la red para ganar dinero, ofreciendo a las compañías comerciales más oportunidades para encontrar internautas que podrían estar interesados en la publicidad de sus productos.
Facebook puede arruinar su carrera/provocar trastornos psíquicos/hacerle más infeliz, etc.
El inmenso poder de Facebook sobre nuestras vidas se refleja en la cantidad de estudios científicos dedicados a esta red social y a las consecuencias de su uso.
Muchos de ellos se centran en el aspecto psicológico de su uso, por ejemplo, analizando cómo influye en la felicidad. Algunos llegan a la conclusión de que, aunque nos ofrece una satisfacción inmediata en forma de nuevos ‘me gusta’ y solicitudes de amistad, distorsiona nuestra percepción de la realidad y nos hace infelices.
Así, los científicos de la Universidad de Copenhague, en Dinamarca, recomiendan tomarse un descanso de Facebook, sobre todo a los ‘mirones’, para aumentar el bienestar emocional y el nivel de satisfacción con la vida.
Otros van más allá al sugerir que, en ocasiones, el uso de las redes sociales aumenta el riesgo de padecer patologías físicas, en nuestro caso, la depresión de Facebook —la necesidad de visualizar perfiles de otros usuarios para reducir la tristeza—, según refleja un estudio que ha realizado la consultora de comunicación española Torres y Carrera y la compañía Evidentia Marketing.
En relación con el aspecto laboral, investigadores advierten que, aunque parece que Facebook hace más fácil encontrar un trabajo o forjar nuestra marca personal, está disminuyendo la empleabilidad de algunas personas porque reduce la atención y la capacidad de centrarse en una tarea a la vez, y nos hace adoptar un enfoque pasivo para el progreso profesional.
Pero aparte del aspecto psicológico, la influencia de Facebook y otras redes sociales es tan grande que puede destrozar fácilmente la reputación de una persona y costarle el trabajo, ya sea con una foto provocativa, una broma de mal gusto o un comentario ofensivo.
Sin ir más lejos, un caso reciente fue el de Jane Wood Allen, una mujer que desempeñaba tareas docentes en Georgia (Estados Unidos) desde 1989, y que fue expulsada del centro escolar en el que trabajaba después de llamar “gorila” en Facebook a la entonces primera dama del país.
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