Así lo sentenciaron (video) –
El ex represor civil Luis Muiña, de 61 años, formó parte de un grupo de choque armado que tenía su base de operaciones en el Hospital Posadas, de la localidad de El Palomar, partido de Morón. Condenado por secuestros y torturas, se le otorgó hoy el cómputo en contra de lo decidido por la Cámara de Casación.
Según describió el juez Daniel Rafecas en el procesamiento, en el Hospital Posadas “lejos de velarse por la vida y por la integridad física de las personas, se sometió a los cautivos a un régimen de terror”.
La residencia destinada al director del hospital, conocida como El Chalet fue usada para instalar un centro clandestino de detención. El doctor Julio Rodríguez Otero, entonces a la cabeza de un proceso democratizador del hospital, fue arrestado y torturado allí mismo.
Al mando de todo estaba el general Reynaldo Bignone. Se creó un grupo de choque parapolicial, el “Comando de Seguridad Interna”, del que formaba parte personal no uniformado. Provenían de las patotas del Ministerio de Bienestar Social de López Rega, eran, mayormente, policías exonerados de la fuerza. Luis Muiña integraba ese equipo, conocido como SWAT, por una serie televisiva de moda en aquellos años. Se paseaba por el enorme predio a bordo de un móvil haciendo ostentación de armas largas y ejecutaba la represión.
El coronel médico Julio Ricardo Esteves, interventor militar, lo había puesto en marcha cuando asumió para proteger el lugar de “resentidos, disociadores y subversivos”. Estaban convencidos de que en el hospital funcionaba una posta sanitaria destinada a atender a guerrilleros heridos. Estéves había contratado a Muiña, que fue transferido desde un hospital rural de Belén, Catamarca, en julio de 1976, para formar parte de la fuerza de choque.
La justicia dio por probado que “el SWAT” dependía en un principio de la Fuerza Aérea, Brigada Aérea del Palomar, a pesar de que su disolución se dio después de un enfrentamiento a tiros entre personas de ambos bandos. La escuadra irregular había acumulado demasiado poder y era incontrolable.
En su defensa, los abogados de Muiña alegaron que tenía escasa instrucción y escaso grado, y que había sido “adoctrinado”. Pretendieron instalar la idea de que la única transgresión del grupo al que pertenecía fue su actitud prepotente, que tenía una finalidad meramente disciplinadora. Sin embargo, Muiña fue reconocido por testigos como autor de crímenes de lesa humanidad.
Muiña había sido condenado en el 2011 a 13 años de prisión por secuestros y torturas. Cinco víctimas lo reconocieron, entre ellos Gladys Cuervo, que relató que el condenado participó de su interrogatorio bajo tormento.
No es la primera vez que le conceden el 2 x 1. Lo había hecho el Tribunal Oral en lo Criminal Federal 2, contando doble sus días en prisión preventiva después de los primeros dos años en la cárcel. Pero el fiscal Martín Niklison había presentado un recurso en contra y la Sala IV de la Cámara Nacional de Casación Penal le había hecho lugar. Hoy, la Corte Suprema, en cambio, benefició al represor.
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