
Por Gabriel Link –
Tras algunas horas de haber detenido su crecida la Prefectura informó que el río Uruguay sufre el cambio de las condiciones climáticas y volvió a acelerar su curso. En el puerto de nuestra ciudad no hubo variaciones esta mañana, pero a partir del mediodía comenzó a crecer nuevamente a razón de un centímetro por hora.
Los evacuados ya son más de 850 y el número se incrementará pues son muchas las viviendas que tienen el agua muy cerca y se espera que la cota local supere los 12 metros durante la noche de hoy.
Como cada año, el municipio hace lo mínimo indispensable por los habitantes de la ribera, a quienes llaman “los inundados”, así, como estigmatizandolos con un nombre que focaliza el problema en lo coyuntural. No son víctimas del sistema, no, son inundados; no son ciudadanos desprotegidos, no, son inundados; no son personas con problemas crónicos, no, son inundados. Entonces, llamándolos así la culpa de lo que les pasa no la tendrá ni el presidente que impone las políticas económicas, ni el gobernador que tiene al Invico paralizado para poder gastar cientos de millones en cada campaña, ni el intendente que no gestiona obras hídricas o habitacionales.
No, la culpa de que los inundados sean inundados la tiene el río. Y que nadie tenga dudas de que los inundados seguirán siendo inundados hasta que el peronismo los rescate, como ocurrió en la década de los noventa, cuando el último intendente peronista construyó el último barrio de casas municipales, el Barrio Las Flores para rescatar de este mismo flagelo a los habitantes del Barrio “La Miñoca”.
Mientras gobiernen los radicales para estas personas todo será igual. Cada vez que sube el río la municipalidad “rescata” a las familias ribereñas que viven en casas precarias y no tienen donde autoevacuarse, las suben a camiones, las trasladan a un regimiento y les dan de comer mientras dura la creciente. Y al bajar el río los camiones realizarán el camino inverso devolviendo a esos ciudadanos a esas mismas viviendas precarias que tras cada creciente se vuelven todavía más precarias. Y allí quedarán esas familias esperando a la próxima creciente sin que la política haga algo para evitar ese círculo vicioso.
Y podrán vivir unos meses, a lo sumo un año sin que el agua entre a sus viviendas, y sin que ningún funcionario municipal se acerque a proyectar una obra, o a ofrecerles una vivienda en zona seca, y sin que algún concejal opositor se queje de que nada cambia, porque “¿Para que vamos a hacer política, si igual van a ganar los radicales?”, sin entender los muy burros que la ecuación es a la inversa, los radicales siguen ganando elecciones justamente porque ellos no hacen política. Porque ellos no son alternativa. Porque ellos no generan confianza en el pueblo.
Ni el municipio, ni la provincia mueven un dedo para dar solución a un problema que es tan viejo como la pobreza, pero lo que más llama la atención es la pasividad de la oposición, pues así como no se mueven los dedos del poder tampoco se mueven las voces de los que fueron elegidos para oponerse al radicalismo.
¿Serán los cuarenta y cinco mil pesos que ganan cada uno de ellos para hacer lo poquito que hacen?
Hace TRECE meses, el 11 de mayo de 2016, la legislatura correntina convirtió en ley un proyecto del diputado libreño Alberto Yardín para que se demarque la zona de ribera de Paso de los Libres. El texto es el siguiente:
ARTÍCULO 1º.- Solicitar al Poder Ejecutivo, que a través del Instituto Correntino del Agua y del Ambiente (ICAA), proceda a realizar la demarcación y delimitación de la línea de zona de ribera en la ciudad de Paso de los Libres, de conformidad a lo normado por la Ley Provincial Nº 5.588, Decreto Reglamentario Nº 2245/2012 y su Anexo del Poder Ejecutivo Provincial.
ARTÍCULO 2º.- Comuníquese, cumplido, archívese.
Obviamente la ley tiene como objetivo que el trazado de dicha zona determine las áreas en las que no puede haber viviendas, viéndose en la obligación el municipio (seguramente que a través de fondos provinciales) de retirar todas las viviendas precarias y dar a esas familias una solución habitacional digna. Como era de esperarse Tarabini jamás avanzó en la aplicación de la ley y probablemente Colombi jamás se haya enterado siquiera de su sanción.
Lo que no era esperable es que los concejales de la oposición, sobre todo los peronistas, tomaran la misma actitud pasiva de siempre ante la no implementación de la ley, pues no se escucharon ni se escuchan voces críticas hacia el intendente que no moviliza la acción del gobierno provincial ni hacia el gobernador que no hace cumplir la ley.
Ni siquiera el autor de la ley sale a los medios a reclamar su cumplimiento. Es parte de la extraña no-estrategia de un extraño peronismo que no tiene la más mínima vocación de poder. Ni siquiera la inminencia de las elecciones, en las que se elegirá a un nuevo intendente, motiva a los dirigentes peronistas a alzar sus miedosas voces.
No hay en la memoria de quien escribe un Concejo Deliberante tan inútil para Paso de los Libres como el actual, donde el oficialismo hace y deshace a su antojo frente a una oposición dividida en la que dos de los tres peronistas fueron comprados y actúan como operadores del gobierno radical. Y ya ni siquiera lo hacen a escondidas, el presidente del PJ, Walter Fontana, y su socio en la traición, Edgar Giménez, ya hasta vociferan sus posiciones oficialistas en las sesiones de los martes.
Tampoco recuerda el escriba un peronismo tan vacío de peronistas como el que hoy sufren los 6.000 afiliados, que en su mayoría eligieron al justicialismo movidos por la figura combativa y revolucionaria de Cristina Fernández. Una figura que no se refleja en nada en ninguno de sus dirigentes, pues están todos muertos de miedo frente a un radicalismo que a los que tienen precio los compró y al resto los avasalla.
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