
De la Redacción de Contrapoder –
Cómo era previsible, el dólar sube tras el acuerdo anunciado con el FMI y supera los $26 ya sin el ancla del Banco Central. La divisa trepa alto luego de conocerse que el organismo le dará al Gobierno 50 mil millones de dólares y le prohibió a la autoridad monetaria salir a vender para contener. En la plaza paralela, en tanto, el blue trepa 75 centavos y se negocia a $ 26,40. La suba, que no se sabe en que valor terminará, vuelve a empujar inflación y precios. Hoy Argentina vive un escenario distinto, el del FMI.
Ayer jueves, el tipo de cambio mayorista había cerrado en $ 24,99 y el minorista en un promedio de $25,54. Esto ya implicaba una devaluación adicional del 2,2% ya en el primer día del anuncio del acuerdo con el FMI.
El Banco Central se retiró definitivamete del mercado cambiario acatando por adelantado la orden del Fondo Monetario Internacional de ya no utilizar reservas para controlarlo. La autoridad monetaria dejó de ofrecer los 5000 millones de dólares a $25 como vino haciendo en las últimas semanas. Ya con la libre flotación instalada al precio lo ponen los que tienen los dólares.
Lo que llaman libre mercado es el poder del más grande. Y los que tienen los dólares en Argentina son los agrogarcas que exportan las commodities del campo, quienes ya no tienen la exigencia que les había impuesto el kirchnerismo de liquidar la cosecha en un determinado tiempo, y ahora, con el BCRA impedido de vender dólares por imposición del FMI, los grandes exportadores del sector podrán manejar la moneda a su antojo.
En este escenario, el del FMI, el dólar ya sin control alguno valdrá lo que les convenga a Grobocopatel o a Cargil, con lo cual se espera otra disparada cada vez que quieran liquidar, esto generará más impactos en los precios de los alimentos, los remedios, los combustibles y las tarifas; a la vez que, por imperio del FMI, el gobierno tiende a eliminar planes sociales, bajar jubilaciones y eliminar las paritarias para luego congelar los sueldos.
Frente a ese panorama no son pocos los analistas que se preguntan cuanto tiempo podrá resistir el Gobierno en un país con una historia de estallidos sociales muy potentes, llevados a cabo por un Pueblo que tiene la tradición de luchar en la calle y la experiencia de haber derrocado a una alianza igual a esta hace apenas 17 años.
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