
Por Justo Fernández –
Desde los diferentes espacios comunicacionales nos llega el bombardeo informativo que dice: “Carrió le hará juicio político a Garavano”, “Carrió dice que fue una broma”, “Carrió confirmó que el lunes le inicia el juicio político a Garavano”.
Que la dirigente radical y de la Coalición Cívica, creadora del ARI y a su vez demoledora de esa agrupación, renegada de la Alianza y apóstata del radicalismo, realice declaraciones rimbombantes a esta altura de la soirée no debe sorprender a nadie.
La portación de un discurso premonitorio, apologético, mesiánico y banal, al mismo tiempo, le permitió instalarse como referente de un colectivo clasemediero que no tiene el anhelo de instalar un modelo o proyecto nacional, integrador y solidario, sino solamente llevar a adelante la denostación, degradación y persecución de los sectores políticos y culturales identificados con las capas populares.
Si bien resulta llamativo como una dirigente portadora de ese discurso consiguió acceder y mantenerse en un lugar de tanta trascendencia en el espectro político argentino, no es menor -y digno de un profundo análisis sociológico- que una gran parcela de la sociedad se sienta identificada con ella.
Pero hay algo que trasciende a la propia Carrió, a sus denuncias y acting, que es la realidad y, como decía el viejo líder: “la única verdad es la realidad”.
Una realidad que va más allá de la dura crisis económica y las oscilaciones del dólar. Las declaraciones de Carrió no son una pantalla para tapar esta crisis, sino la lava de su propio volcán que, al no poder ya contener las náuseas, vomita sobre los argentinos.
La entrega de la soberanía nacional, la insensibilidad y el desprecio por el padecimiento de los sectores populares, la destrucción del aparato productivo y la injerencia y manipulación de la Justicia, conforman la marca en el orillo del gobierno de Cambiemos.
En este contexto, las declaraciones de Carrió no fueron lanzadas para ser el árbol que tape la crisis económica, es al revés, el árbol es la economía y el bosque la decadencia moral, social, institucional y jurídica del país.
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