
Por Gabriel Link –
Cuando se anunció, con bombos y platillos, la ruptura del radicalismo libreño, Contrapoder señaló en su versión radial, que si no había ruptura visible entre el gobernador Valdés y el caudillo de la UCR correntina, Ricardo Colombi, tal interna no tomaría cuerpo. La explicación era sencilla, al igual que en el peronismo (al menos hasta la llegada al poder de Ascúa), en el radicalismo libreño nada se resuelve sin la venia de un jefe capitalino.
Quedaba claro que la supuesta ruptura no respondía a cuestiones ideológicas, como expresaron ellos “Queremos consolidar junto con ustedes este proyecto colectivo que trabaja día y noche por un mejor futuro para el radicalismo, para Paso de los Libres y para todo Corrientes”, decían por entonces y sí a la más básica disputa de poder, como anunciamos en aquel momento.
¿Quien podría haberse creído que rodeada de “dirigentes” como Julio Mecozzi, Amado Bonpland o Edgardo Vischi se podía esperar que la movida de Susana procurara un cambio de paradigma tras el lema “Honestidad, la Transparencia y Trabajo”?. Al lado de los nombrados (sin abrir juicios de valor personales) Peteco es el Che Guevara.
Nadie que haya seguido su carrera le podía creer a Susana Espinoza cuando hablaba de “cambio y renovación”, o cuando se quejaba del manejo “cercano al unicato” por parte de Mónica de Gaetano. Lo que llevó a Espinoza a “amagar” con romper el partido fue el párrafo 1, de la página 1 del capítulo 1 del manual del político liberal; que indica lo que hay que hacer cuando alguien se va quedando sin poder.
Peteco Vischi la conoce, pues la parió a la política, y ni siquiera se preocupó por habilitarle un debate, sabía que debía esperar su desgaste, Hace algunas semanas Espinoza había “pisado el palito”, cuando aceptó una reunión a solas con Ricardo Colombi, que al trascender le generó algunas deserciones importantes en las filas de los Radicales Libres.
Tras tenderle esa trampa, el ex intendente movió sus piezas y terminó negociando con poco, la demanda de una diputación fue conmutada por la presidencia del Comité Departamental para ella y un lugar en la Convención Provincial para su primo Edgardo. Y así, la carrera “secesionista” de Susana Espinoza terminó aun más rápido que la que alguna vez inició su colega Griselda Alegre. No es casualidad que la capacidad de maniobra de Peteco trascienda a todas las intentonas de interna. Es el único político en serio que tiene el radicalismo de Libres.
El futuro de Susana Espinoza en política no aparece muy claro a corto y mediano plazo, no puede reelegirse como concejal, y más allá del comité lo que le queda es esperar un nombramiento provincial, que dependerá de las ganas del gobernador de salir a confrontar con Colombi para buscar su reelección, si eso ocurriera le podría servir para otra pelea, lo que es seguro es que el sueño de una banca en la legislatura provincial está más lejano que nunca.
Imágen: Ponele H
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