OPINIÓN

La politización del paro

La politización del paro

Por Luis Bruschtein – 

Dentro del Congreso, el Gobierno perdía por goleada. Fuera, miles de trabajadores se convocaban para repudiar la política económica. Dos escenarios de fracaso para el macrismo. Una señal o un adelanto ya en pleno proceso de campaña electoral.

Otras veces, con el respaldo de los bloques opoficialistas, el macrismo había logrado dejar sin quórum a la oposición. Gracias a esas alianzas, pese a ser minoría, fue amo y señor del Parlamento. Pero esta vez, los bloques opoficialistas, presionados por una crisis que no decae, fueron con la oposición. Hubo quórum y la alianza pro-ucr-coalicionistas tuvo que regresar para recibir un cachetazo atrás de otro en una sesión donde se discutió la estupidez inflacionaria de imponer tarifas dolarizadas.

En en ese momento, afuera se producía otro escenario de descalabro para el oficialismo. La Plaza del Congreso se traga todos los actos. Es esquiva y cuando la convocatoria no es buena, lo pone muy en evidencia. Cualquiera pensaría que es como la Plaza de Mayo, pero es mucho más grande. No hubo esa sensación en el acto convocado por las centrales de trabajadores formales e informales contra la política económica, que se concentraron allí para entregar un documento para declarar la emergencia alimentaria y de Pymes y después siguieron hasta el Obelisco. La plaza se encogió, no sobró nada, fue más masivo de lo que esperaban algunos de los organizadores. Y se repitió en las principales ciudades del país con la misma contundencia.

Esa fuerte convocatoria, la masividad de las columnas gremiales y hasta la presencia de muchos trabajadores por la propia, algo inusual en los actos de las centrales obreras, contradijo el argumento de dirigentes de la CGT que se oponen la realización de un paro nacional. El argumento es que no hay clima en las bases. Como si la gravedad de la crisis no tuviera un impacto lo suficientemente fuerte en esas bases que observarían con malestar pero sin bronca la inflación descontrolada, la caída de sus salarios, y el aumento brutal del transporte, los servicios y los alimentos.

El acto evitó la Plaza de Mayo, que es el lugar más representativo por su interlocución con la Casa Rosada. No hubo discursos y tampoco se levantó un escenario. Fue más bien una expresión masiva de repudio. Si se quiere, fue un acto moderado en comparación con otras protestas que se realizaron aún en situaciones menos graves.

Es un debate en el movimiento obrero. Todos coinciden que no se puede convocar a un paro nacional de la noche a la mañana. Que una acción de este tipo necesita preparar el clima, calentar motores. Porque, como sucede en todos los procesos de cierres y quebrantos de empresas, con la consecuente desocupación, el temor a perder el trabajo se convierte en la principal preocupación.

La CTA y el Frente Sindical que agrupa a la Corriente Federal y los gremios más grandes de la industria plantean la realización del paro general para este mes. La mesa de la CGT es más reticente. Pero el acto fue la demostración más indiscutible del clima en las bases. La principal consigna siempre fue contra el presidente. Pero la que le seguía era la del paro nacional.

Las respuestas de los manifestantes interpelados en la marcha, algunos de ellos miembros de los sindicatos que están representados por la cúpula de la CGT, incluso de los barrionuevistas, pedían que se profundice la protesta y la realización de un paro. En general, en las respuestas, los trabajadores hablan de recuperar “todo lo que perdimos en estos años”. Hay una referencia implícita al gobierno anterior.

En la cúpula de la CGT se quiere evitar lo inevitable: que el paro se politice porque ya empezó el año electoral. Pero la responsabilidad en este caso no es del que convoca, sino del que creó las condiciones para que esa convocatoria sea inevitable. La responsabilidad por el paro no sería de la CGT, sino de un gobierno que a consciencia desarrolló una estrategia de distribución regresiva del ingreso. O sea: le quita a los trabajadores para transferir esa riqueza a un sector que ni siquiera es la patronal que le da trabajo.

La preocupación de la CGT es que la convocatoria a un paro pueda ser presentada como un acto partidario de la oposición. Es un argumento débil, porque al gobierno no le interesó nunca si sus medidas económicas eran tomadas como antiobreras.

El gobierno macrista-radical-coalicionista nunca se propuso ser neutral. No hay lugar a confusión. Desde el primer momento definió su concepción darwinista de la economía que resulta letal para los sectores de menos recursos, incluyendo a los trabajadores. En ese contexto, las relaciones laborales están politizadas desde que asumió Macri, en contra de los trabajadores.

La preocupación de que se pueda “politizar” un paro nacional expresa una ingenuidad que no caracteriza a los dirigentes de la CGT. Las relaciones laborales están politizadas de siempre. Y el paro nacional tendrá ese contexto de politización aguda en el marco de una política económica de exterminio.

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