Monseñor Aguer reclama “niños en las aulas” mientras encubre a los curas pedófilos que abusaron de cientos de ellos

Por Gabriel Link

El arzobispo de La Plata, Héctor Aguer, fuertemente cuestionado por encubrir a curas pedófilos, cuestionó ayer el paro docente que detuvo el inicio normal de clases en la provincia de Buenos Aires al señalar que la razón de fondo “es ideológica” y lamentó que la decisión sindical “mantiene de rehenes a cuatro millones y medio de niños”.

“Se puede protestar de otras maneras”, sostuvo el prelado y consideró que “lo que ocurre indica el subdesarrollo sociocultural de la Argentina”. Aunque sin nombres propios, como todos los “numerarios” del PRO, Aguer no se privó de acusar al kirchnerismo, “los sindicatos docentes utilizan en su relación con el poder un esquema que es de tipo dialéctico, de enfrentamiento, de lucha, cuyo origen ideológico es bien conocido. No viene al caso examinarlo ahora. Es un esquema de poder en todo caso, y las víctimas son los niños”, argumentó con una cara de piedra descomunal.

¿Quien es Monseñor Héctor Aguer?

Aguer es el cura que a mediados del año pasado se despachó en una provocadora columna publicada en “El Día” de La Plata (diario vinculado al Opus Dei, del cual el Arzobispo es columnista), con aquello de la “Cultura Fornicaria” que hasta horrorizó al secretario de DDHH de Macri, quien hasta se animó a hacer algunas declaraciones contra el religioso, siendo Aguer un prelado muy cercano al PRO (cuando no), principalmente a la gobernadora “Heidi” Vidal. Aquel día de agosto de 2016 el arzobispo de La Plata había atacado con su hipócrita moralina a la sexualidad libre, al uso de preservativos y hasta el uso de bikini por parte de las mujeres en la playa. “El Inadi analiza tomar medidas contra el arzobispo Héctor Aguer”, declaró Avruj entonces, aunque eso nunca pasó. Y Aguer siguió adelante con sus actitudes discriminatorias, pocos días después dijo que “la masturbación es para animales” y consideró que “un homosexual para vivir en gracia de Dios no puede tener sexo”. Aguer es uno de los mayores enemigos de Francisco en la Iglesia Argentina. Impiadoso, oscurantista, homofóbico y discriminador el arzobispo es miembro de la “secta” católica Opus Dei y de la ultraconservadora Orden de Malta.

Podría considerarse que el párrafo anterior define al Monseñor que ayer cuestionó tan fuertemente a los sindicatos docentes por “impedir que los niños estén en las aulas”. Pero lo peor no está escrito allí, lo peor comienza en el párrafo siguiente.

En el mes de diciembre un aberrante caso de pedofilia en un colegio religioso se dio a conocer en Mendoza. Dos curas, un monaguillo (adulto) y dos empleados del establecimiento fueron detenidos por haberse establecido el abuso de, por lo menos, veintiseis niños sordomudos que concurrían al Instituto Próvolo de esa provincia. Los detenidos fueron los sacerdotes Nicola Corradi, de 82 años y Horacio Corbacho de 55; y los empleados José Luis Ojeda (41), Armando Gómez (46) y Jorge Bordón (50). Las declaraciones de diversas víctimas establecieron el delito de “abuso sexual con acceso carnal, agravado por la guarda y la convivencia preexistente con menores, en concurso real con corrupción de menores”. A los niños, de entre 10 y 12 años, no solo los abusaban, también los obligaban a tener sexo oral entre ellos.

Aunque el escándalo se produjo en Mendoza, pocos días después le estalló en la cara al propio Héctor Aguer, luego de destapada la olla en Mendoza también surgieron casos de pedofilia en el Instituto Próvolo de La Plata, que opera bajo la órbita de Aguer y el cual “casualmente” supo tener durante casi una década a Corradi y Corbacho en su plantilla docente. Cuando la fiscalía pidió los antecedentes de ambos curas al Arzobispado Aguer respondió que “desde que él había llegado al cargo no había habido denuncias contra ninguno de ellos”, dejando abierto un enigma respecto a los anteriores a su llegada, sobre los que se negó a informar; siendo que él ocupa el Arzobispado desde el año 2000 y Corradi, el principal acusado, se desempeñó en el Instituto Próvolo que pertenece a esa diósesis a lo largo de toda la década del 90.

Nicola Corradi

Corradi es italiano y ya tenía denuncias en su país por vejámenes realizados a menores a lo largo de 30 años, entre 1955 y 1984, en el Instituto Próvolo, de Verona. Por eso fue sancionado y trasladado a la Argentina, donde se seguía desempeñando en las filiales que el mismo instituto tiene en nuestro país. Su caso formó parte de la conferencia internacional de la Red de Sobrevivientes de Abuso Eclesiástico que se realizó en agosto de 2015 en Washington. Ante semejante escándalo internacional, ¿puede decir Aguer que no conocía el caso?.

El “castigo” impartido a Corradi por las autoridades eclesiásticas italianas es el modus operandi normal de la Iglesia en todo el mundo. En 2002, tras el escándalo destapado en Boston por un periódico “la táctica” empleada fue expuesta públicamente. Después de años de trabajo, el equipo de investigación del ‘Boston Globe’ publicó que el arzobispado de la capital de Nueva Inglaterra había llegado a acuerdos extrajudiciales para acallar las denuncias de abusos sexuales contra menores por parte de más de cien sacerdotes católicos. Cuando saltaba el escándalo en una parroquia, los clérigos implicados eran trasladados a otra en la que seguían engordando su abominable currículum. El récord lo ostenta John J. Geoghan, que violó, al menos, a 130 niños -el más pequeño, de 4 años- en la media docena de destinos pastorales que, en el intento de tapar sus crímenes, le había asignado la diócesis.

Héctor Ricardo Giménez

Pero volvemos a Aguer. Hay otra causa pendiente en la justicia en la que el Arzobispado no colabora, es la del cura retirado Héctor Ricardo Giménez, sobre quien pesan tres denuncias por abuso de niños. De acuerdo al sólido testimonio de una de sus víctimas, Julieta Añazco, el ex sacerdote abusaba de niños platenses en una colonia de vacaciones en City Bell. En los 90, Giménez fue denunciado por otros cinco casos en la localidad bonaerense de Magdalena. La causa tampoco prosperó y el sacerdote siguió cumpliendo sus funciones sacerdotales.

La primera denuncia contra Giménez fue en 1985, por abusos cometidos a varias nenas de entre ocho y diez años en el Sagrado Corazón de Jesús de City Bell. En esa ocasión se le dictó la prisión preventiva, pero terminó siendo excarcelado gracias a la garantía que ofreció el entonces arzobispo Carlos Galán y a la decisión de los jueces Eduardo Delbés y Horacio Piombo, conocidos ambos por varios polémicos casos en los que beneficiaron a los abusadores.

Sin embargo, en un comunicado del 7 de diciembre último, monseñor Aguer admitió que a partir de esas denuncias él mismo inició un “proceso canónico” y que el Tribunal Eclesiástico Interdiocesano “lo halló culpable y se le impuso la pena justa”. También informó que esa sentencia fue ratificada por el Vaticano. Aquí el lector se preguntará si la “pena justa” incluyó una denuncia penal contra el cura pedófilo… la respuesta, obviamente, será que no. Desde entonces el “Padre” Giménez está recluido en una institución en la que puede ser atendido. Esa fue la “pena justa” del perverso Héctor Aguer.

El Póvolo cerrado. Aguer nada dice de esos chicos

Vale resaltar que el Instituto Próvolo permanece cerrado, que treinta docentes se quedaron sin trabajo y que los niños sordomudos no podrán estar en las aulas.ante el escándalo la Dirección General de Escuelas decidió su cierre definitivo y el gobierno mendocino planea su expropiación para establecer una escuela especial laica. Pero que “esos” niños “no puedan estar en las aulas” no parece preocupar en lo más mínimo a Monseñor Aguer, quien luego de décadas de proteger a abusadores de niños hoy tuvo el tupé de alzar la voz para “defenderlos” de sus maestros, que no abusan de sus alumnos, sino que, mostrando un ejemplo de dignidad, se niegan a trabajar a cambio de sueldos que están por debajo de la línea de pobreza.

En un tramo de aquella provocadora columna publicada en El Día, Aguer, refiriéndose a los escandaletes faranduleros publicados por las secciones de espectáculos de los diarios, escribió lo siguiente: “En la Sección Espectáculos de EL DIA se puede seguir una crónica diaria de la fornicación en el mundo de la farándula; hay records notables de señoritas (no estoy seguro de que sea ésta la identificación que corresponde) que cambian de “novio” cinco o seis veces al año…” “…Escándalo, como se lo llamaba antaño: inducir a otro al mal, más intenso cuando la conducta desviada es promovida como una moda. La superficialidad de esos casos resulta irrisoria: escarceos, idas y vueltas, traiciones y arrepentimientos, cada tanto algún rumor de embarazo que no se confirma. La protagonista innombrada, por supuesto, es siempre la cama.”

Como puede observarse el despreciable prelado encuentra en una relación libre entre un hombre y una mujer la inducción a otro “al mal, más intenso” y dice que esas relaciones representan “conductas desviadas”. Sin embargo ese mismo ser, que presuntamente es “el representante de Dios en La Plata” no encuentra que sean “desviadas” las conductas de los repugnantes Giménez, Corradi y Corbacho.

La lista de curas procesados por pedofilia y los obispos que los encubren:

A continuación la lista de religiosos católicos con denuncias pendientes por hechos de pedofilia en el país (en la misma no figuran los condenados). En total son 16 curas y dos monjas los que hoy están siendo investigados, aunque el número parece exiguo frente a un estudio realizado en 2002 por la Universidad de Boston que indicaba que el 9% de los curas católicos de esa ciudad eran pedófilos; y que el 7% de los sacerdotes católicos australianos fueron acusados de abusar de niños entre 1950 y 2010.

1. Héctor Ricardo Giménez, La Plata. Obispo Héctor Aguer.
2. Luis Brizzio, Santa Fe. Obispo José María Arancedo.
3. Domingo Jesús Pacheco, Corrientes. Obispo Ricardo Faifer.
4. Raúl del Castillo, Mendoza. Obispo José María Arancibia (emérito).
5. Nicolás Bruno Corradi, Mendoza y La Plata. Obispos Carlos María Franzini y Héctor Aguer.
6. Horacio Corbacho, Mendoza y La Plata. Obispos Carlos María Franzini y Héctor Aguer.
7. Félix Alejandro José Martínez, Mar del Plata. Obispos José María Arancedo, Jorge Mario Bergoglio y Antonio Marino.
8. Agustín Rosa, Salta. Arzobispo Mario Cargnello.
9. Jorge Luis Morello, Mendoza. Obispo José María Arancibia (emérito).
10. Justo José Ilarraz, Entre Ríos. Obispos Estanislao Karlic y Juan Alberto Puíggari.
11. Marcelino Moya, Entre Ríos. Obispo Juan Alberto Puíggari.
12. Juan de Dios Gutiérrez, Catamarca. Obispo Luis Urbanc.
13. Renato Rasjido, Catamarca. Obispo Luis Urbanc.
14. Carlos Alberto Dorado, Santiago del Estero. Obispo Adolfo Uriona.
15. Juan Diego Escobar Gavíria, Entre Ríos. Obispo Juan Alberto Puíggari.
16. Bibiana Fleitas (monja).
17.  María Alicia Pacheco (ex monja), Salta. Arzobispo Mario Antonio Cargnello.
18. Sacerdote de una parroquia de Guaymallén, Mendoza, denunciado por la madre y trasladado por el obispo Carlos María Franzini. No se da el nombre del abusador por no contar con la autorización de la madre del menor. Investigación iniciada en el 2014.