
Por Gabriel Link –
El 24 de marzo lograste ser parte de una nutrida procesión en Paso de los Libres, no, no fue una marcha, fue una procesión. Porque las caminatas que terminan en una misa se llaman procesiones. Y esa caminata terminó, por decisión de los radicales, en las puertas de la misma iglesia a la que dejaste de ir cuando te enteraste que fue cómplice de la desaparición de los 30.000.
La iglesia de los capellanes y los prelados que le ponían la ostia a Videla y a Massera, la iglesia de los curas que caminaban junto a los compañeros que iban a la muerte para darles la extremaunción sin denunciar a los asesinos que mataban impunemente, delante de ellos, que miraban impunemente. La iglesia de los obispos que les daban datos a los generales para que mandaran a secuestrar a esos compañeros.
Muchos dicen que fue la convocatoria más nutrida de las que se tenga memoria en un 24 de marzo, y tal vez haya quienes se sientan bien con eso. “Mucha gente” significa mucha visibilización, supondrán. Y está bien, mucha gente significa mucha visibilización. Pero entendelo, por eso “la marcha” fue tan nutrida. Porque no fue una marcha de la Memoria, eso de lo que participaste fue una procesión.
Ahora, ¿para qué sirve esa visibilización si ni siquiera se la puede mostrar?, ¿para que sirve si ni siquiera queda ahí para enseñarles a los chicos que la iglesia fue cómplice?, “¿Cómo que fueron cómplices (preguntaría cualquier chico medianamente despierto, como tu hijo), si vos, tras la marcha te metiste a rezar en esa iglesia?”. Y entonces deberían venir muchas (y muy molestas) explicaciones…
Explicarle a ese chico que todo fue un gran error, que se le permitió al intendente radical diseñar la agenda, que se respetó esa “agenda oficial”, solo un par de días más tarde (y a pesar) de que ese mismo intendente mandó quitar la muestra de la que participó “ese chico medianamente despierto”, que tal vez sea tu hijo.
Explicarle que ese intendente que manejó la agenda del 24 de marzo fue el que le mandó a romper “su trabajo” del 24 de marzo.
Explicarle que todas tus puteadas de un par de días antes fueron por indignación. Y que solo un par de días después te olvidaste de esa indignación “por respeto a noseque…”, y marchaste junto a (o detrás de) ese que te indignó.
Explicarle que se le cedió al intendente la agenda del día de la Memoria a pesar de que él no tuvo memoria para mandar ni siquiera un comunicado de prensa a los medios anunciando la marcha del día del 24 de marzo, como sí había hecho hacía unos poquitos días por las celebraciones del “santo patrono”, por culpa de la cual le rompió su trabajo, ese trabajo que vos le sugeriste que hiciera, ese trabajo que vos le ayudaste a hacer.
Ese mismo intendente que, al día siguiente, tampoco tuvo memoria para mandar un comunicado con fotos de la marcha, como también lo había hecho con la procesión organizada por esa misma iglesia, que vos le contaste que traicionó a sus fieles, durante aquella dictadura CÍVICO militar de la que tanto te escucha hablar.
Explicarle que los militantes se desconcentraron mucho antes, porque no se bancaban las náuseas por tener que caminar con esa gente. Y lo bien que hicieron. Y que vos seguiste caminando como un boludo hasta el final, y que te metiste a esa iglesia por “respeto” a ese intendente que le rompió su trabajo.
Explicarle por qué muchos de tus compañeros no van más a la marcha desde que a la agenda la manejan “esos”, que rompen las muestras para que no se enojen los milicos; esos que le dicen “manga de chorros” a lo que vos llamás “gobierno popular”, porque te aumentó el sueldo y los derechos; esos que hablan de “transparencia” cuando se refieren al gobierno al que vos llamás “manga de chorros”, porque desde que gobiernan ganás la mitad de lo que ganabas y cada día perdés uno de esos derecho que habías ganado; esos a los que te pasás criticando; esos con los que caminaste el 24 acompañado de un montón de gente nueva, muy bien vestida.
Explicarle que perdimos la calle con ese, al que decís que es imprescindible derrotar en las elecciones para que la ciudad sea diferente.
Explicarle que ni él, ni sus funcionarios, ni la presidenta del Concejo, ni sus concejales marcharon por la memoria, que ellos solo salieron para figurar, por las macanas que habían hecho, por la exposición pública que sufrieron a lo largo y ancho del país.
Explicarle que perdimos la calle por pelotudos, y que nos la ganaron ellos sin siquiera ser vivos, que en realidad ni siquiera nos la ganaron, explicarle que se la regalamos y que ellos la usaron para convertir la marcha de la Memoria en una procesión. Sí, en una procesión.
No… Explicarle todo eso sería reconocer que “te le animás a Macri” porque está lejos, pero no te le animás al tarambana de Tarabini “porque está cerca”, que sos gritón, pero solo de pico, y que solo le gritás al que no te escucha. Y entonces correrías el riesgo de escuchar de boca de tu hijo: “pero papá, cuando eran poquitos vos venías más contento, hablabas de tus compañeros, del orgullo que te daban esos poquitos que habían ido. Hoy no parás de hablar de un número, y no de la discusión de los 30.000, solo hablás del número de concurrentes a la marcha, ¿es muy importante eso?”, preguntaría hasta un chico medianamente despierto, como tu hijo.
Qué lástima que no te lo preguntaste vos!.
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