La leche argentina es la segunda más cara del mundo
Un informe del Centro de Almaceneros, Autoservicios y Comerciantes Minoristas de Córdoba advirtió que mientras en la Argentina supera en un 50% el promedio global, los productores reciben el precio “estándar”. La brecha del precio del litro entre el primer eslabón y el último de la cadena de valor pasó del 295% en 2013 al 515% este año. El consumo, en niveles de 2002.
En 2016 junto con la caída del poder adquisitivo del salario y el aumento del desempleo tuvieron un impacto inmediato en la mesa de los argentinos. Un informe de la consultora KPMG reveló que la proporción de consumidores racionales, es decir aquello que realizan un análisis comparativo de precios y opciones antes de realizar una compra aumentó del 40% al 50% en los dos últimos años.
Esta tendencia no es privativa y se extiende a productos básicos de la canasta alimentaria. De hecho, según distintos estudios el consumo de carnes y leche cayó en el último año y medio mientras aumentó el de fideos.
A la par de este escenario que se viene repitiendo a lo largo de todo el país, el Departamento de Estadísticas y Tendencias del Centro de Almaceneros, Autoservicios y Comerciantes Minoristas de Córdoba sumó un nuevo condimento para entender este cambio de hábitos. La Argentina es el segundo país más caro, en un ránking que incluye otras 35 naciones, para tomar leche.
Sólo superado por Canadá que donde se paga el litro de leche 1,86 dólar, en la Argentina cuesta en promedio 1,55 dólar, el doble por ejemplo de lo que se paga en países con realidades muy distintas entre sí como Paraguay, Alemania, Egipto o la India.
El informe revela además que entre julio de 2015 y julio de este año el litro de leche, en dólares, se encareció un 46,22%. Aunque parecería que el aumento fue al ritmo de la acumulación acumulada, hay que tener en cuenta que se incrementó más de un 46% calculado en dólares con una devaluación del peso en el medio de casi el 80% lo que implica una suba en pesos mucho más pronunciada y por lo tanto muy por encima de la inflación acumulada.
Por Catriel Etcheverri
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