Por Gabriel Link –
Corría el año 2005, Paso de los Libres se caracterizaba por ser una ciudad con mucho debate político, más de lo común. Los medios, cómo es lógico, se dividían entre oficialistas y opositores, los había más críticos y más diplomáticos; eso sí, en todos los medios había, críticas al poder y críticas a la oposición.
Claro que, no todos decíamos lo mismo, ni de un lado ni del otro, había matices. Los oficialistas criticaban “livianito” al oficialismo y le caían con potencia a los opositores; y en los medios opositores todo operaba a la inversa. Digamos que ocurría lo mismo que ocurre en todo el mundo con el periodismo político. Cada uno tenía sus preferencias, aunque esas preferencias tenían un límite, y a ese límite lo establecíamos los periodistas.
Es válido correr de este análisis a Sergio López, él toda la vida fue igual, vendiéndose al mejor postor para “pegar” o defender; para entregar o para encubrir; para “ensuciar” o para “limpiar”; sin importar ninguna lógica, ni de amigos o enemigos, ni de partidos o ideologías. La única motivación para él siempre fue la plata. Desde sus inicios, Sergio fue un taxiboy del micrófono, y seguramente se morirá ejerciendo la prostitución comunicacional.
Fuera de ese engendro cuasi humano, los periodistas convivíamos, celebrábamos nuestro día, discutíamos diariamente, y por más que hubiese contrapuntos entre un programa y otro (la información por ese entonces pasaba más que nada por la radio), el agua no llegaba al río, porque las distancias no eran tan grandes. El periodismo era periodismo, no era esa especie de virtual “poder judicial” en que se convirtió hoy, donde los periodistas ya no nos dividimos entre buenos y malos relatores de la realidad, sino entre defensores y acusadores, de cualquiera que ostente poder.
Por entonces el periodismo libreño todavía practicaba la utópica búsqueda de la verdad a través de la discusión política. Hasta nos permitíamos invitarnos alternativamente a nuestros ámbitos para contraponer al aire, y eso generaba que en cada programa hubiera un fuerte debate sobre la realidad, y las audiencias de cada uno escuchaban distintos enfoques sobre un mismo tema. El periodismo libreño, hoy herido de muerte, se permitía criticar al poder, y eso lo hacía gozar de buena salud.
Quien escribe este artículo fue capaz hasta de radicar una denuncia penal contra el municipio sin perder la pauta que tenían sus medios. Fue contra el director del entonces Hospital Municipal, Dr. Jorge Ferreyra Dame (y de manera solidaria contra el intendente Rubén Verón), por abandono de persona. Esa denuncia puso a ambos varias veces en los estrados judiciales.
En esa época FM Sur y la Revista Kamikazes (ambos medios dieron amplia cobertura al caso y eran propiedad de este cronista) recibían pauta municipal, y esa pauta no fue cortada, ni reducida y ni siquiera recibió atrasos en sus pagos. Y no sólo se trataba de pauta, ni Ferreyra Dame ni Verón cortaron el diálogo con su denunciante, pues entendían que la denuncia era justa, y que lo que había pasado era parte del riesgo de hacer política. Corría el año 2004, y en Libres todavía existía la libertad de prensa.
La pauta oficial como moderadora del debate
Pero un día de diciembre de 2005 llegó Eduardo Vischi con su lapicera gigante y corrompió todo, multiplicó varias veces los montos de las pautas preexistentes y abrió la tranquera para que entráramos todos los que quisiéramos entrar. Y más tarde o más temprano entraron casi todos. Algunos se quedaron los doce años, otros huyeron ante la intensidad del “látigo”, pero casi la totalidad de los periodistas del medio participaron de la fiesta petequista. La tentación era muy grande, los números realmente impactaban.
De a poco comenzaron a escucharse casi con exclusividad las voces oficialistas, y eso ocurría de un lado y del otro de la mesa de cada estudio de radio o del canal de televisión, que en pocos meses se convirtió en un anodino canal de propaganda del gobierno de Vischi. Con noticiero oficial y todo. Hasta periodistas reconocidos, con una historia dentro del periodismo, algunos hasta con cargos en gobiernos peronistas anteriores, adhirieron sin problema al discurso radical.
Así fue, que con las visitas de los funcionarios a los medios, pasamos de presenciar interesantes reportajes con contrapuntos entre políticos y periodistas a escuchar monólogos aburridos en los que ya no se podía repreguntar por temor a perder la pauta.
Y lo peor, con el tiempo los opositores se fueron adaptando a las costumbres que implementaron los radicales, y ante la menor crítica comenzaron a retirar sus auspicios de los poquitos medios que ejercimos la resistencia a lo largo de 12 años de poder radical. Ahí fue que el debate murió, con los opositores renunciando a la discusión.
Los políticos no radicales se fueron quedando de apoco con menos espacio en los medios oficialistas, que iban creciendo en cantidad y también en calidad, pues sobraba dinero para prosperar. Y en los partidos de la oposición comenzaron a escucharse las voces de los que hasta ahí no tenían voz. Los medios más obsecuentes invitaban a personajes menores de diferentes partidos para que expusieran “su insatisfacción” con las conducciones partidarias, y de a poco fueron raleando de los medios a los interlocutores naturales de cada agrupación.
Dividir para reinar
Así como invirtió en comprar periodistas “Peteco” invirtió mucha plata también en darles trascendencia a las oposiciones partidarias, y a financiar sus campañas. En espejo con lo que ocurría en la provincia, de a poco comenzaron a aparecer actores menores devenidos en “oposiciones partidarias”, lo que llevó a muchos dirigentes opositores a optar entre dos opciones, “pactar” con Vischi para no perder el poder partidario o ir a internas contra figuras impensadas, que eran financiadas generosamente desde el municipio.
Con plata y con los medios en su billetera el intendente comenzó a definir el futuro de todos los partidos políticos de Libres. Incluso el del PJ. Y de esa forma en pocos años limitó el debate público a muy pocos medios, que negándonos a sucumbir a las nuevas reglas de juego elegimos prescindir de pauta publicitaria y por ende tuvimos menos menos chances de crecer.
En pocos años Libres pasó de tener 10 o 12 radios a las alrededor de cincuenta que tiene hoy, y esto generó una dispersión en el dial que colaboró también a “lavar” de ideología el debate público. Pero lo curioso es que no hubo un crecimiento significativo en las voces con opinión política, las muy pocas que aparecieron sirvieron como una simple renovación de las que se iban apagando.
Libres Podría tener 10 buenas radios, en las que podríamos trabajar 50 periodistas y vivir dignamente de nuestro trabajo, sin embargo la ecuación es la inversa, existen unas 50 radios y no más de diez periodistas con opinión política. Peteco dividió todo, y así reinó, hasta que ni siquiera la imponente estructura mediática que creó pudo soportar más el peso de su aparato de corrupción.
Lo que viene, lo que viene…
Lo que viene es una incógnita, hay “espadas periodísticas” que no van a cambiar de patrón pues la caja provincial es una fuente inagotable de recursos; pero además, eso a lo que muchos llaman “el municipio paralelo” que los radicales le están montando a Ascúa, con el cine, el Hospital, los Caps provinciales y las asociaciones intermedias que manejan, y que también aportará fondos; garantiza que buena parte de los medios van a seguir defendiendo a ECO y buscarán lastimar al gobierno municipal.
Prueba de eso es que ni siquiera conocido el resultado de la elección los medios libreños se atrevieron a publicar en sus portales, a discutir abiertamente en sus radios o en el canal de televisión, sobre el estrecho vínculo de los funcionarios municipales y provinciales con la red de Trata y los prostíblulos (habilitados ilegalmente por el gobierno municipal) en los que explotaban a adolescentes secuestradas. Todos los periodistas comprados por el poder de caja de la UCR rezan para no dejar de serlo, y se siguen negando a hacer periodismo.
El informe en cuestión, y las notas que denunciaban la implicación del secretario de Gobierno y candidato radical, José Sincovez, en las habilitaciones de los prostíbulos, fueron presentadas por Contrapoder a partir del 7 de septiembre, y a pesar de que fueron levantadas por cientos de medios de diferentes lugares del país, en Libres solamente fueron replicadas por dos radios privadas (y pequeñas), y por un un portal local también privado. No obstante la noticia tenía tanto volumen que igualmente llegó al votante, e influyó en el resultado electoral.
¿Y de aquí en más… libertad de prensa o más cerco mediático?
En síntesis, con el advenimiento de Peteco al poder cambió el comportamiento de los medios locales, su chequera convirtió al 90% de los comunicadores en alcahuetes y en cómplices de sus delitos. Sin embargo el método no le garantizó el poder eterno.
¿Como será la política comunicacional de Ascúa?; ¿Aceptará el nuevo intendente un debate público franco o copiará el sistema de aprietes y de compra de voluntades utilizado por Peteco?; ¿Se animará Ascúa a escuchar y responder críticas o se esconderá en el mismo capullo blindado en que la UCR convirtió el despacho del intendente?; ¿hablará con todos los medios o, como Peteco, pretenderá que los periodistas lo sigamos como perritos fieles estigmatizando a quienes no lo hagan?
Hay una recordada frase de Perón que muy seguido suena en el debate multimediático, “Contra los medios gané; con los medios, perdí”, la frase se resume a una realidad inexorable, pues el General llegó al poder cuando tenía a todos los medios en contra; y sin embargo, cuando los dominó a todos, no pudo evitar ser derrocado. A Vischi le ocurrió lo mismo, llegó con el apoyo de muy poquitos periodistas, y perdió el territorio a manos del peronismo con el 90% de los medios a su favor.
Algunos creen ver en el nombramiento de la nueva directora de Prensa un atisbo de lo que vendrá, sin embargo las políticas comunicacionales no se deciden en Prensa, ahí solo se redactan comunicados. Será decisión de Martín Ascúa y de su equipo político determinar el futuro del debate público en nuestra ciudad, pues los periodistas ya demostramos que con el imperio del látigo financiero fracasamos en su implementación.
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