Por Gabriel Link –
El título de esta nota expresa de manera inversa un viejo dicho del ámbito legislativo que terminó siempre con todas las discusiones, cualquier legislador quiere ser presidente de la cámara que compone, pero solo llega uno, y siempre (salvo en la última década de “régimen radical”) llega el que se consigue los siete votos. Salvo en el Paso de los Libres actual, donde quien consiga siete votos logrará que el que se suba sea el adversario.
Más allá de los primeros años (2006/07), en que el Frente de Todos marcaba una línea difusa que generaba que oficialismo y oposición no estuvieran tan claramente diferenciados, y en los que incluso Griselda Alegre disputó poder dentro del radicalismo, en tiempos de Peteco Vischi la presidencia del Concejo Deliberante siempre la ocupó un monigote puesto por él.
Es decir, hace al menos una década que la presidencia del concejo no es motivo de disputa. Desde que Peteco asumió el poder real se terminó la división de poderes en el municipio y todo fue una misma cosa. El concejo fue perdiendo poder hasta llegar a ser una suerte de gran oficina de confirmaciones de los proyectos del Poder Ejecutivo. Esto generó que a la presidencia ya no llegara quien lograra los votos, sino el más alcahuete del intendente.
Pero el imperio finalmente cayó, y todo vuelve naturalmente a fojas cero. El jefe comunal vuelve a tener incidencia en la decisión de la elección del presidente del concejo, pero no la decisión en sí. La presidencia del concejo ya no será un “cargo” al que se llega por “nombramiento”, ahora vuelve a haber una sana y democrática disputa de poder.
En esa disputa hay dos nombres inscriptos que parecen definitivos, Jorge Ferreyra Dame y Beto Hantouche. Y la decisión no se dará sino hasta último momento, pues los radicales, lejos de pretender apoyar la candidatura del aliado Ferreyra Dame, están en contra de ella, y quien la impulsa es el intendente electo.
La composición del concejo, siete para la oposición y seis para el oficialismo pone la pelea en otra dimensión, en una dimensión extraña, en la que ni opositores ni oficialistas “quieren” la presidencia, pues quien la obtenga se debilita en las votaciones.
Los radicales tienen, a priori, los números para hacer algo poco usual, votar a un presidente oficialista y autoridades opositoras en las comisiones, con lo cual elegirían los temas que vaya a tratar el pleno y ganarían todas las votaciones. Para esto la estrategia es votar a un oficialista, y el elegido sería Beto Hantouche por ser el único no peronista con experiencia.
Ascúa, por otro lado, busca que el presidente sea alguien electo por ECO, con eso lograría las autoridades de las comisiones y que todas las votaciones importantes resulten en un empate que deba resolver el “nuevo aliado”. El elegido por el nuevo intendente es Ferreyra Dame, quien es el único del otro lado que tiene “juego propio” (lease votos propios), y por eso fue el único que pudo confrontar públicamente con Vischi y sobrevivir políticamente a su ira.
Por lo tanto los nombres para la presidencia no salen de esos dos, si “Tincho” logra convencer a su amigo “Japo”, el presiente será el actual director del Hospital San José y -al menos las primeras noches- dormirá un rato en paz, si no lo consigue la presidencia será para el atlántico y las negociaciones con los concejales “de abajo” deberán seguir abiertas.
Todos los analistas locales observan desde hace semanas que el radicalismo pretende seguir “gobernando” una parte importante de las políticas de Libres, para eso, dicen, están construyendo una entelequia a la que llaman “municipio paralelo”, desde donde van monitorear la salud y la acción social mediante el manejo del hospital, los Caps proviciales (intentarían provincializar algunos más) y desde la delegación de Minoridad y Familia. También pretenden manejar los hechos culturales, desde el cine Opera; y la seguridad, con la policía y las cámaras de monitoreo.
Aunque esta teoría es una verdad de perogrullo, pues todos los municipios del país tienen estamentos provinciales, y todos los municipios de Corrientes tienen provincializada la salud y la seguridad; ¿que Libres tendrá provincializado el cine?, realmente eso no cambia demasiado, en todo caso será un “plus”, pues muy pocos municipios de la provincia tienen cine, y el hecho de que la provincia haga una oferta cultural “extra” no incapacita al municipio para hacer la suya. En todo caso tendremos más ofertas culturales que el resto, y eso lejos de ser malo, siempre será mucho mejor.
Pero desde hace unos días circula un fuerte rumor que deja al “municipio paralelo” en una verdadera nimiedad, lo que estarían planeando los radicales sería dividir a Paso de los Libres en dos o tres municipios, separando a Palmar y Ombucito y dándoles rango municipal, no está claro si juntos o por separado, aunque lo central no serían las dos secciones rurales, el objetivo de Peteco sería anexar al nuevo municipio que se conforme a todos los barrios de Invico, nombrando él a un interventor que organice administrativamente a la “nueva ciudad” hasta su normalización política.
Es decir, los radicales no pretenden “armarle un municipio paralelo a Tincho”, lo que pretenden es romperle el municipio y quedarse con “la mitad más grande” del presupuesto de Paso de los Libres; pues se quedarían con más o menos la mitad de la población, pero con un territorio unas 20 o 30 veces mayor, y por tanto con más de la mitad del presupuesto que actualmente tiene el municipio. Para eso quiere el manejo de las comisiones y mayoría en las bancas del Concejo Deliberante la banda de Peteco Vischi; y es con ese objetivo que durante los últimos meses invirtieron tanto en pavimentar la zona de los barrios.
Si a alguien se le ocurriera dudar de que este es el objetivo radical aconsejamos leer la historia reciente, y la manera en que actuaron los ricardistas en Saladas y en San Roque, a los cuales se les “arrancó” territorio para la creación de dos nuevos municipios, Pago de los Deseos y Colonia Pando, respectivamente. “Casualmente” dos territorios que a Colombi le son esquivos. Si bien la cuestión se define en la legislatura provincial, un concejo “amigo” les garantizaría, llegado el momento la concreción de un plebiscito separatista y les evitaría a los radicales posteriores problemas de judicialización.
Si Vischi realmente logra su cometido los libreños habremos pagado con nuestros impuestos la mitad del pavimento de “Petecolandia”, o cómo decidan llamarle a la nueva ciudad que pretenden fundar.
Dependeran de la muñeca de Tincho Ascúa -y de su rapidez y habilidad política para maniobrar- las chances que tengan los radicales en su intentona secesionista, pues esos intentos siempre están basados en la cuestión de la incapacidad de los municipios en cumplir con los servicios básicos en todo su territorio. En tal sentido la constitución provincial habilita al municipio para dividir a Libres en dos jurisdicciones internas y que cada una de ellas tenga su propia infraestructura de mantenimiento y obra pública (lease un nuevo corralón en los barrios que cumpla con todos los servicios que se cumplen en el centro).
Si bien la creación de otra jurisdicción interna le insumirá un gasto importante al municipio el esfuerzo no sería en vano. Si Ascúa actúa rápidamente en ese sentido abortaría el intento de división y mantendría intacto para sí el tercer presupuesto de la provincia. La división, en cambio, cortaría en seco su ambición de ser gobernador dentro de cuatro años. Algo que en su entorno ya nadie esconde.
Que dice la Constitución Provincial:
Art. 218: “La ley establece la jurisdicción territorial de cada municipio. Debe procurar extender la prestación de servicios y el ejercicio de sus facultades a la totalidad de su jurisdicción. Asimismo, en municipios con más de cincuenta mil (50.000) habitantes pueden establecerse jurisdicciones territoriales internas, con la finalidad de facilitar la prestación de servicios y garantizar una adecuada representatividad de los vecinos.”
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