De la Redacción de Contrapoder –
Aunque parezca difícil de comprender, esta semana que viene culmina uno de los proyectos sociales e intelectuales más complejos que han existido jamás en la historia del mundo. El Comité Internacional de Pesos y Medidas “matará” al kilo tal y como lo conocemos y dará luz verde a una nueva definición de la unidad básica de masa. Cambiará todo para que ya nada cambie jamás.
Además, el Comité, compuesto por representantes de 57 países, revisará unidades como el amperio (mide la corriente eléctrica), el mol (cantidad de materia) y el kelvin (temperatura) y los cambios aprobados entrarán en vigor el próximo mes de abril.
Antes de la Revolución Francesa, en europa había unas infinidad de unidades de medida diferentes. Algo así ocurría en toda Europa. En España ni siquiera podían ponerse de acuerdo con el peso de una libra, que pesaba 351 gramos en Huesca, 575 en La Coruña y 372 en Pamplona; y así, el comercio era un terreno abonado a la trampa, el timo y el fraude.
La falta de medidas unificadas era un problema que sólo beneficiaba a la vieja aristocracia conservadora y rural. Por eso, durante la última década del siglo XVIII, los revolucionarios franceses reformaron el sistema de pesos y medidas de arriba a abajo. Entonces se determinó, por ejemplo, que un kilogramo es la masa de un decímetro cúbico de agua destilada a una atmósfera de presión y 3,98 grados centígrados.
Ya durante el siglo XIX, las unidades de medida pasaron a ser uno más de los terrenos de batalla donde se jugaba el futuro el proyecto ilustrado y racionalista. El ‘Kilo’, tal como lo conocemos, adquiere un nuevo patrón. Se trata de un cilindro con una altura y diámetro de 39 milímetros fabricado con un 90% de platino y un 10% de iridio. Este objeto se llama “Grand K”, y lleva 129 años siendo un referente universal pero eso va a cambiar porque su peso ha variado durante los últimos cien años.
Hay una diferencia de 50 microgramos entre el original y las réplicas repartidas por todo el mundo. “En realidad no importa lo que pesa un kilo si todos trabajamos exactamente con la misma norma. El problema es que hay ligeras diferencias en todo el mundo, el IPK y sus 40 réplicas están creciendo a un ritmo diferente, apartándose del original”, señaló Peter Cumpson, profesor de Sistemas Microelectromecánicos (MEMS) en la Universidad de Newcastle.
Respecto a otras medidas que están en estudio, en 1943, se definieron el amperio, el bar, el newton, el voltio o el vatio. Y en 1960 se establecieron las seis (más tarde, siete) unidades básicas: el sistema internacional de unidades estaba cerrándose.
También en los años 40, un segundo fue definido como 1/86400 parte de la rotación de la Tierra. En los años 50, lo redefinimos como 1/31556925.9747 parte de lo que tarda la Tierra en girar alrededor del Sol. Pero los científicos de hoy, que imaginan todo el tiempo como viajar a otros sistemas solares, o que la Tierra pudiera modificar su órbita por cualquier razón chocaron con un problema ¿cómo sincronizaríamos los relojes en cualquiera de esos casos?
Dudas similares surgieron con el metro, pero el mejor ejemplo es el del kilo. la Grand K pierde masa, 50 microgramos cada cien años, para ser exactos.
En realidad, para poder crear un sistema universal de unidades había que ir más allá: no bastaba con usar medidas aproximadas, era necesario restablecer patrones basados en las propiedades fundamentales de la materia. Sin eso, el problema iba a seguir siempre latente.
Así fue como el segundo pasó a definirse como “la duración de 9.192.631.770 oscilaciones de la radiación emitida en la transición entre los dos niveles hiperfinos del estado fundamental del isótopo 133 del átomo de cesio (133Cs), a una temperatura de 0 K”. A partir de la redefinición del segundo también se redefinió el metro, como “la distancia que recorre la luz en el vacío durante un intervalo de 1/299.792.458 de segundo”.
Con el paso del tiempo, todas las unidades fueron definiéndose en virtud de esas propiedades fundamentales de la naturaleza. Todas menos una: el kilogramo. Durante décadas, muchos científicos han dedicado horas y horas de trabajo para ser capaces de hacerlo. Sin éxito, hasta ahora.
Dos líneas de trabajo, una sobre la balanza de Watt, y otra sobre la constante de Avogadro, estaban tratando de redefinir el kilo gracias a la constante de Planck. El problema es que, durante años, las dificultades técnicas hacían que las dos formas de definir la constante de Planck dieran resultados muy distintos. Ya no.
Tras más de 30 años de investigación y un desarrollo tecnológico imponente, esta semana la Conferencia General de Pesos y Medidas por fin estará lista para cambiar la definición del kilo usando la balanza de Watt. Y aunque a muchos nos pueda parecer casi imposible de entender, tras 130 años la ciencia está a punto de cerrar uno de los proyectos intelectuales más ambiciosos y complejos de la historia de la humanidad.
Fuente: Xataca (España)
Fuente La Verdad (España)
RSS