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¿Que carajo les pasa?

¿Que carajo les pasa?

Por Gabriel Link – 

Los muchachos son, antes que nada, grandes irresponsables, Son egoístas, mitómanos, engreídos y envidiosos de los logros ajenos. pero antes que nada son grandes irresponsables. “Los muchachos” son todos aquellos que, desde afuera del Gobierno, ocupan algún lugar de poder dentro del peronismo. Partidario, legislativo o gremial; y hoy, en lugar de apoyar incondicionalmente al gobierno peronista que ellos jamás pudieron lograr, se constituyen en opositores, ante la posibilidad de que en marzo se produzca una interna que, en estas condiciones, puede ser letal. No debe haber interna en el peronismo local, no están dadas las condiciones racionales para una interna. Específicamente porque la dirigencia del PJ no está actuando con madurez.

A diferencia de la UCR, el PJ no tiene en Libres un jefe territorial, el partido está quebrado y como tal no existe. Nadie manda en el Partido Justicialista, y el peronismo anárquico no es peronismo. La hegemonía total de un partido no se disputa en una interna, y eso es lo que subyace al escuchar hablar a la dirigencia local que buscan hegemonizar. La hegemonía se obtiene naturalmente o no existe. Perón logró la hegemonía total del partido Justicialista, y nadie más la consiguió en toda su historia. Ni Cafiero, ni Menem, ni Duhalde, ni Néstor, ni Cristina lograron hegemonizar el poder del peronismo; y deberían entender los peronistas locales que lo que tienen que hacer es sentarse a acordar como si fuesen personas grandes en lugar de rebuznar chimentos, como si se tratara de dos facciones de adolescentes que se pelean por la decoración de la fiesta de egresados

El presidente del partido, Walter Fontana, es una figura decorativa que, a causa de sus frustraciones, coquetea con cualquiera que se le oponga al gobierno municipal, el vicepresidente, Jorge “Toto” Gómez, desapareció de la escena y ya no es un dirigente político; el secretario General no se hace cargo de la conducción y los integrantes del Consejo Departamental miran para los costados haciendo comentarios en voz baja porque no se sienten con poder para exigir respuestas. Todo falla en el peronismo libreño. Es una tormenta perfecta.

Nos pasamos los últimos 16 años escuchándoles decir alternativamente a todos ellos en cada campaña “estamos seguros que vamos a ganar y que Libres va a volver a ser la capital provincial del peronismo”, una frase acuñada en tiempos de Ángel Pardo que jamás reflejó la realidad. Hasta la llegada de Ascúa al poder el peronismo solo gobernó 8 de los 34 años que habían pasado desde el retorno a la democracia. ¿De verdad “capital provincial del peronismo”?, ¿de verdad alguien se creyó eso?

Sin embargo todos ellos repetían y repetían esa frase, sin convicción alguna y sin siquiera ser capaces de elaborar un plan para ganar una elección. Ni siquiera se animaban a criticar al radicalismo gobernante durante las campañas, vaya uno a saber por que razón, con el viejo verso de “a la gente no le gusta la confrontación”. ¿Que sabrán ellos de lo que quiere “la gente” si jamás lograron empatizar con el pueblo para obtener su apoyo?

Fueron 16 años de derrotas frente al conservadurismo, y de rodillas a tierra para aceptar insultos y vejaciones por parte de Vischi. Los peronistas hasta guardaron respetuoso silencio cuando el jefe de la UCR los llamó “ladrones” en un programa de televisión, “a los peronistas no les podemos prestar un auto para que den una vuelta a la manzana porque no sabemos si lo van a devolver”, dijo Vischi en Telediez, sin recibir jamás una “retribución” por parte del comando partidario de ese entonces. Así fueron las cosas en el PJ libreño desde que “Cacho” Garavano y su cuñado Fernando La Hoz, implosionaron el partido en 2001, para disputarse en una elección general la herencia que no supieron resolver en un proceso interno.

Por exclusiva culpa de Garavano y La Hoz el peronismo jamás se pudo recuperar. Terminada la elección uno se dedicó a sus negocios y el otro se fue a trabajar con el PRO en Buenos Aires, y el peronismo local quedó a la deriva. Cambiaban los presidentes, pero ninguno tenía la dimensión necesaria para pacificar y construir poder.

A fines de 2017 “pasaron cosas”. Mientras los dirigentes que se hicieron cargo del peronismo (tras aquella derrota y la desaparición de Pardo y Sanabria), se revolcaban en sus carencias y repetían errores, fracasos políticos y derrotas electorales; los pibes de la JP empujaron a un candidato más joven, que hacía más de una década no aparecía en la escena publica, y que llegó con un discurso distinto.

Tras arrancar una campaña que sería tan tan larga como extenuante sin figurar siquiera en las encuestas, Ascúa atropelló como una tromba y sorprendió a propios y extraños ganando la elección sin haber recibido nunca el apoyo explícito del Partido Justicialista.

Es cierto que ese hecho inesperado lastimó a la UCR; pero básicamente destrozó al peronismo. Los dirigentes que habían conducido al partido en las derrotas contra Verón, Vischi (dos veces) y hasta contra Tarabini sintieron que ellos también habían sido derrotados con el triunfo de Ascúa, y ahí comenzó el conflicto.

Yardín y Fontana vieron que habían quedado expuestos frente a un “pendejo que se cortó solo”, y jamás se repusieron del golpe que significó la demostración de que sus manuales eran viejos e inútiles y que sus métodos no servían. Hoy, ambos repiten a quien quiera oírlos es que “Tincho no ganó, perdieron los radicales porque eligieron mal al candidato”, como si Verón o Tarabini, que también les ganaron, hubiesen sido mejores candidatos que Sincovez. Ni siquiera Peteco, en su primera elección, (con el radicalismo partido al medio y en manos de su archirival, Vicente Picó), era un candidato imbatible. Realmente no lo era, y Verón, que buscaba la reelección estaba muy golpeado por la campaña mediática que venía sufriendo su gobierno, sin embargo el peronismo no fue capaz de constituirse en una opción de poder y eligió ir como furgón de cola de la UCR.

Ignacio Villanueva publicó este jueves en su portal una interesante nota de opinión, muy dura con el intendente y su entorno, pero con algunos puntos que dan en el blanco. No es una nota mentirosa de esas que suelen mandar a publicar los radicales contra el intendente, es una concreta interpretación periodística de la realidad. Lo extraño del caso es que la escribió un peronista. A nadie le hubiese llamado la atención si a esa nota la hubiese firmado Pepe Medina, lo novedoso es el origen político de quien la firma.

Jamás Pepe Medina hubiese escrito una nota así sobre Eduardo Vischi, para eso, en aquel entonces, estábamos los periodistas opositores. Es más, el cronista no tiene memoria siquiera de que Ignacio haya escrito un artículo tan crítico contra Vischi en los doce años que manejó los hilos del poder local.

¿Será que Peteco escuchaba más?

Cada periodista tiene el derecho de seguir el camino que mejor le parece, eso no está en discusión, lo único que hace un poco de ruido es ¿que pasa que los dos periodistas con más historia en el peronismo son los dos que más castigan a la gestión peronista, siendo que el Gobierno apenas lleva un año de gestión?

El cronista busca motivaciones en la administración de Ascúa que justifiquen tantas críticas de parte de peronistas: ¿Es un gobierno que se endeudó demasiado, poniendo en riesgo presupuestos futuros?, evidentemente no, ni siquiera tuvo tiempo. ¿Es un gobierno que le niegue asistencia a los humildes?, evidentemente no, los recientes balances de Salud y Acción Social demuestran lo contrario; ¿Es un Gobierno que solo hace obras en el centro y le da la espalda a los barrios carenciados?, evidentemente no, el reciente balance de Obras Públicas demuestra lo contrario; ¿Que motiva entonces esas críticas “hacia afuera” por parte de los compañeros? La interna!

La nota en cuestión redunda en la “incapacidad del intendente” para incorporar ideas de otros dirigentes del partido. Y tal vez sea cierto.

Vamos Gabriel… hagamos un esfuerzo y digámoslo claramente… ¡es cierto! Tincho no escucha a ningún peronista. Listo. Fue dicho en Contrapoder. Sin anestesia y sin dolor.

El intendente está blindado junto a su gabinete a opiniones que provengan desde afuera del palacio municipal. Claro que la pregunta que iniciaría cualquier cuestionario sería ¿por que Ascúa no escucha a nadie? Y tal vez la única crítica que uno le haría a la nota del colega de Confirmado es que no hay un interrogante, la nota no busca una respuesta, apenas apunta con el dedo a uno de los dos sectores que no se comunican entre sí. ¿Será culpable el intendente de la falta de diálogo con el partido?, en caso de serlo, ¿será el único culpable?, si no lo fuera, ¿por que no se habla de las responsabilidades del resto?

Nunca se hizo en este primer año de gestión una crónica meticulosa acerca de la relación entre Ascúa y el Partido Justicialista. Concretamente nadie habla de los motivos de las rispideces que mantiene el intendente con el diputado Alberto Yardín y el presidente del partido, Walter Fontana. Los comentarios que sí hubo fueron hechos extra muros, es decir de parte de los sectores del peronismo que no fueron llamados a conformar el Gabinete. Y todos esos comentarios se repiten en la nota del colega Villanueva.

¿Sabe el lector que a principio de la campaña había tres candidatos a intendente por el peronismo (Ascúa, Yardín y Giménez), que luego dos de ellos se bajaron y solo quedó Ascúa, y que cuando Tincho, ya ungido candidato, le reclamó al Consejo Departamental un comunicado de apoyo a su candidatura se lo negaron?; ¿sabe el lector que el Partido Justicialista recién se alineó con el candidato Ascúa dos semanas antes de la elección, cuando las encuestas lo empezaron a mostrar cerca del candidato radical?; ¿sabe el lector que el partido justicialista de Libres operó frente a Camau para impedir que Hantouche se bajara de la campaña para ir como candidato a vice de Ascúa, para así sumar fuerzas?; ¿sabe el lector que después de la elección, el candidato perdedor (Hantouche) se alineó, como corresponde en una competencia leal entre dos candidatos del mismo espacio, y en cambio el presidente del partido y el diputado peronista comenzaron a operar en contra al día siguiente del comicio?

Hay muchas cosas que el lector no conoce sobre la relación entre Ascúa y el Partido Justicialista. Porque a esas cosas la prensa no las cuenta.

Y ante la idea generalizada de que “Tincho no escucha”, al que escribe se le ocurrió hacerse un juego de preguntas y respuestas en primera persona: Dado que el intendente no escucha a nadie, ¿me gustaría que fuera diferente?, claro que sí. Básicamente me gustaría ver tres cambios de actitud en el Gobierno, a) que se haga la denuncia penal por el desfalco que hicieron los radicales antes de irse, b) que incorporara a más políticos con experiencia, y c) que fuera un poco más audaz discursivamente, es decir, que explicitara más su tendencia kirchnerista y reaccionara más abiertamente frente al radicalismo.

O sea… me gustaría que el intendente fuera como yo…

Pero lo cierto es que el intendente no es yo, y retomando la tercera persona del singular, Ascúa es Ascúa, no es Link. Y tal vez por eso Ascúa es intendente y Link no lo es; tal vez las ideas de Link no seducen al votante y las suyas sí ¿y quien es Link para exigirle a alguien que haga todo lo que él haría si estuviera en su lugar, si Link jamás fue capaz de estar en su lugar?

Y aquí siguen las preguntas: Si los principales detractores de Ascúa son el diputado Alberto Yardín y el presidente del PJ Walter Fontana, y ninguno de ellos fue intendente; más, si ni siquiera se animaron a ser candidatos a intendente, ¿que les hace creer que el intendente debe hacer ahora, tras haber llegado sin siquiera obtener el apoyo de ellos, todo lo que a ellos dos se les ocurra?

Hoy, la relación de Yardín y Fontana con el intendente es similar a la de Sergio Massa con Cristina Kirchner a partir de 2013. La diferencia radica en que cuando Massa decidió confrontar con CFK y disputarle poder se fue del Frente para la Victoria y creó un frente opositor al gobierno de entonces. Yardín y Fontana tienen todo el derecho de disentir y de criticar al gobierno peronista, pero para eso debieran entender que si las diferencias son tan insalvables lo correcto sería salir del espacio que no comparten y crear un partido propio.

Los muchachos son, antes que nada, grandes irresponsables. Y deberán cargar con la responsabilidad que les toque si Eduardo Vischi logra su cometido de ganar la legislativa de 2019: Conseguir los dos tercios y sacar al peronismo del municipio, mediante un juicio político, antes de que termine el mandato.

El 9 de octubre pasado, hace solo 43 días, el diputado Alberto Yardín aseguró en una entrevista con Ignacio Villanueva que buscaría la presidencia del partido, algo que a todas luces parece una ambición coherente dado su volumen político. Consultado sobre la relación entre el partido y el Gobierno, Yardín aseguró que, “tiene que haber un apoyo explícito del partido al trabajo que haga el intendente” para que no suceda lo que ocurrió en Goya, dónde “no hubo un trabajo funcional entre el partido y la gestión de Gerardo Bassi y terminamos perdiendo”, dijo entonces el “Loro”. Pasó apenas un mes y medio, y hoy comanda abiertamente, junto a Fontana, la oposición al gobierno de Ascúa. ¿Que carajo les pasa?

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