Por Mauro Alvez –
Hoy se cumple un nuevo aniversario del peor atentado en la historia de nuestro joven país. Un día como hoy, pero de 1955, una rama de la armada de guerra lanzó nueve toneladas de bombas en Plaza de Mayo y Casa Rosada, buscando matar al presidente Juan Domingo Perón. Lejos de acertar su objetivo, terminaron asesinando a 364 civiles e hiriendo a más de 2.000.
Este es el peor atentado que sufrió nuestro país que, casual o causalmente, fue perpetrado por quienes debían defendernos de amenazas foráneas pero se prestaron a las voluntades políticas de la dirigencia opositora de aquel entonces, con Farrel y la oligarquía antiperonista a la cabeza.
Todos sabemos como terminó ese año: con el derrocamiento del peronismo y el inicio de 30 años sombríos y tenebrosos para nuestro país.
Por eso siempre reflexiono en la misma vía: El antiperonismo salvaje, tiene las mismas costumbres e ideas como dice aquel famoso tango de Enrique Santos Discépolo: “En el 510 y en el 2000 también”. Quizás, las artimañas de los dirigentes de hoy son distintas pero tienen los mismos siniestros objetivos: Derrocar a cualquier movimiento popular que les haga perder sus privilegios y ganar derechos a las minorías. No señores y señoras, no pudieron, no pueden y no podrán nunca jamás doblegar la voluntad del pueblo. Lo que las urnas sentencian es irrevocable, parece que aún no lo entendieron.
Muchas veces escuchamos y leemos en estos tiempos que corren el razonamiento criminal de arrojar bombas sobre seres humanos que tienen distinto pensamiento al de las oligarquías. Primero, arrojar bombas sobre el pueblo, lo hicieron y no pudieron. Luego, asesinar a todos y todas las que piensan distinto a ellos, lo hicieron y no pudieron. Al final y en estos tiempos que corren, encerrar y cercenar a aquellos osados que les quitaron sus privilegios, lo hicieron y lo pudieron.
¿Saben, señores y señoras de la oligarquía, por qué quieren, lo hacen y no pueden?, muy simple: Vox populi, vox dei.
“Aunque corten las flores, no podrán detener la primavera”. Pablo Neruda.
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