Por Claudio Mardones –
Marcelo D’Alessandro afronta dos narrativas en pleno desarrollo que lo ubican en un lugar muy incómodo dentro del gobierno porteño y podrían originar su salida del gabinete encabezado por Horacio Rodríguez Larreta. Ambas surgen de filtraciones de origen desconocido, que desatan intrigas de todo tipo, a partir de un hackeo al celular del ministro de Justicia y Seguridad capitalino que fue denunciado ante la Justicia. El origen de la información es ilegal porque surge de la intervención no autorizada de comunicaciones privadas, pero la confirmación de hechos posteriores confirman que las revelaciones tienen un grado de verosimilitud que puede tener distinto impacto judicial, pero un efecto político de consecuencias todavía imprevisibles.
Las ventilaciones del primer caso exhibieron que el funcionario buscó falsificar pruebas, junto a magistrados y directivos del Grupo Clarín, para justificar un viaje a Lago Escondido, en la mansión del magnate inglés Joe Lewis, pagado por el multimedio que conduce Héctor Magnetto. El segundo estalló este viernes y volvió a poner a D’Alessandro en pie de guerra, porque difundió presuntos chats con Silvio Robles, mano derecha del presidente de la Corte Suprema Horacio Rosatti, antes del fallo del máximo tribunal que le ordenó a la Nación la devolución de la coparticipación que le redujo hace dos años y durante la controversia que atraviesa al Congreso por el Consejo de la Magistratura. También se pudieron leer supuestos intercambios con el empresario Marcelo Violante, titular de Dakota S.A. y de BRD, las dos firmas que operaron durante dos décadas el estacionamiento medido en la ciudad y el acarreo de los automóviles que lo incumplen.
El rol de ambas firmas siempre fue materia de sospechas y su mención en las filtraciones mete un dedo en una añeja llaga de sospechas sobre el presunto pago de coimas a políticos porteños durante las últimas dos décadas. En la Legislatura porteña el acarreo de automóviles es considerado un vergel de financiamiento irregular de la política, con un rango similar al que le dieron aquellos conocedores de los supuestos diálogos entre la administración capitalina y el Gobierno Nacional con el Hipódromo de Palermo por la explotación de los juegos de azar y el sistema de tragamonedas, dos joyas codiciadas de la joven autonomía porteña. Las filtraciones dispararon un nuevo relato que quedará pendiente de confirmación, pero los antecedentes de la vidriosa relación de la comuna con las empresas concesionarias del acarreo alimenta las preocupaciones que surgen en algunos funcionarios encargados de demoler la veracidad de todo el despliegue.
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