Por Pablo Ibañez –
A sola firma, Javier Milei jubiló a Juan Carlos Maqueda, el juez de la Corte que el 29 de diciembre cumplirá 75 años y por la edad no podrá seguir en su butaca suprema. Al postular como reemplazo a Manuel García-Mansilla, el presidente bloqueó el hipotético lobby de un salvoconducto que le permita continuar.
En paralelo, Milei agitó otra pieza: propuso al juez federal Ariel Lijo para ocupar la vacante que dejó Elena Highton de Nolasco en septiembre del 2021. Con ese doble movimiento, Milei pone en conflicto el statu quo del máximo tribunal que preside Horacio Rosatti y que hace tiempo funciona con un sólido tres-uno: Rosatti, Maqueda y Carlos Rosenkrantz por un lado, y Ricardo Lorenzetti, en soledad, por el otro.
No solo Milei cancela la chance de que Maqueda siga -para lo cual era necesario que pida al Senado una excepción contemplada por el artículo 99 inciso 4 de la Constitución-, sino que con Lijo pone en carrera a un juez que aparece estrechamente vinculado a Lorenzetti, antagonista declarado de Rosatti.
Es una jugada osada. Y desafía la dinámica legislativa. Milei viene de perder 42 a 25 en el Senado, una cámara donde el peronismo tiene un núcleo, más o menos duro, de 33 votos. La designación de un supremo, al final de un extenso trámite, requiere 2/3 de los votos de los senadores presentes. En criollo: si Unión por la Patria (UxP) juega a bloquear, le alcanza con sentar a sus 33 para que no salga ninguna designación.
“El gobierno debería saber que esto no funciona así. No mandás un postulante a la Corte sin antes sondear si están los votos. Salvo que los quieras quemar”, dijo un senador a Cenital. “El peronismo va a ver cómo avanza todo y después va a decidir”, aportó, menos terminante, un peronista de diálogo con Cristina Kirchner y teléfono abierto con los gobernadores.
En el ecosistema político aparece otro componente: con los dos jueces propuestos por Milei, la Corte quedaría potencialmente integrada por cinco hombres. “El presidente se olvida que de los 72 votos del Senado, 32 son senadoras”, cuantifica el operador peronista.
Milei no registra, o no le importa, esa matemática. Hasta ahora solo acumula derrotas en el Congreso. Bajó el capítulo fiscal, enmendó la ley Bases, luego la retiró y el Senado le rechazó el DNU. En el Congreso, el presidente jugó todos plenos pero, al menos hasta acá, perdió en cada una de las rondas. Así y todo, anunció dos postulantes.
Aquello de la relación de fuerzas no le impidió hacerlo. Atropella aunque pierda. Una contracara del FdT: Alberto Fernández presentó a Daniel Rafecas para procurador, pero su pliego nunca llegó a tratarse y jamás mostró una carta para cubrir a la renunciada Highton de Nolasco.
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Es una película en proceso que para el peronismo supone una encerrona. Frenar la avanzada de Milei implica sostener la mayoría que ordena Rosatti y con la que terminó muy mal. El recelo es mutuo: UxP sometió a un juicio político a los jueces y a parte de su staff. Lorenzetti, ahora con terminales activas en Casa Rosada, recompuso en algún momento con el peronismo y sondeó a Eduardo “Wado” De Pedro para recuperar la presidencia de la Corte. No lo logró.
Ahora tiene más suerte. Lijo, un hombre de Comodoro Py, es visto como un ahijado de Lorenzetti y en la cuenta que hacen en Casa Rosada, se lo menciona como un protegido del cortesano. El undécimo mandamiento de la Justicia es que todos los postulantes tienen un padrino hasta que les aprueban el pliego.
Rosatti estuvo el martes en Casa Rosada y se vio con Milei y su ministro de Justicia, Mariano Cuneo Libarona. Desde temprano, supo que estaba decidida la postulación de Lijo y que se preparaba un reemplazo para Maqueda, pero no sabía que sería menos de 24 horas después.
Lo de Lijo está en danza desde hace semanas. Apenas ganó las PASO, por tribunales empezaron a circular emisarios en nombre de Milei: uno era “Fredy” Lijo, hermano del postulante a supremo; otro el apoderado de La Libertad Avanza (LLA), Santiago Viola, y el tercero Guillermo Scarcella, un exfuncionario de Daniel Scioli, vinculado al exjuez Rodolfo Canicoba Corral.
Sobre Lijo hubo versiones de que sus acciones habían bajado e incluso circuló el nombre de Carolina Robiglio, del Penal Económico. Es un dilema anticipar el comportamiento del peronismo con el pliego del juez. A García-Mansilla, el candidato sorpresa, se lo enlaza conceptualmente con LLA –católico, antiaborto, liberal en términos económicos- y se lo atribuye a Nicolás Posse. Al jefe de Gabinete le anotan, con razón o sin ella, todas las fichas. En el Senado, lo vinculan con Tomás Liendo, que fue asesor de Domingo Cavallo en los ’90. Decano de la Universidad Austral, no es un desconocido en la Corte: ha compartido actividades con Rosatti y ha opinado, además, sobre fallos supremos.
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“La política practica taekwondo, la Corte aikido”, poetizan sobre la crisis en la Justicia. No solo aplica la lógica del ataque/defensa –en el aikido se aprovecha la fuerza del adversario contra el adversario- sino que pone en escena la cuestión del tiempo: por un lado, por el trámite legislativo, que puede demorarse o paralizarse. Y, por el otro, porque de mínima Maqueda sigue hasta el 29 de diciembre y, hasta entonces, aun con Lijo en la mesa, la mayoría que comanda Rosatti seguiría con tres votos.
“La Corte firma sentencias todos los días. No es una amenaza, es un dato de la realidad”, dice a Cenital una fuente judicial. ¿Y si Milei apuró los pliegos para tener, en el futuro, un argumento al cual atribuir un eventual fallo en contra, por ejemplo con el mega DNU? Es una lectura que aparece en sectores del peronismo.
Si detona un conflicto con los supremos, Milei habrá cruzado otra línea: hasta acá ubicó a la casta casi exclusivamente en el terreno de la política y preservó el vínculo con la Justicia. Hace semanas, nombró a Sebastián Amerio –viceministro de Justicia- como delegado del Ejecutivo en el Consejo de la Magistratura. El dato se leyó como una buena señal para destrabar un frente espinoso: el presupuesto judicial que, como todas las partidas, quedó congelado con el presupuesto 2023.
La motosierra llega a tribunales y también el plan para licuar el poder de la Corte.
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