Por Mauro Alvez –
Hemos escuchado, una y otra vez, la trillada frase utilizada por el gobierno cambiemita para justificar su nefasta realidad política y que, por decantación, también la vivimos todos los argentinos de a pie. “No es fácil solucionar los problemas después de 80 años de desastre peronista” dicen los cráneos de globos amarillos.
La realidad es que, pese a lo que quieran instalar, el peronismo no gobernó esos 80 años, es más, ni siquiera gobernó la mayoría del tan mencionado período. Desde 1946, primer gobierno de Juan Domingo Perón, el peronismo (aquel movimiento que defiende la soberanía política, la independencia económica y la justicia social) gobernó únicamente 24 años. Todos los demás, se repartieron entre ellos: Golpes de estado, gobiernos radicales, neoliberales y otros.
Entonces, cuando uno se pone a evaluar y revisar lo que hizo el peronismo en los 24años de gobierno que le tocó, desde 1946 hasta el 2019, uno se encuentra con un modelo que no paró de ampliar derechos, incluso, tomando luchas históricas de otros sectores sociales y políticos a los que, indefectiblemente, el peronismo los atraviesa de forma transversal, ya que no existe en el mundo otro partido que tenga tanta representatividad en todos los sectores sociales.
Perón entendió, allá por 1943, que la coyuntura social de la argentina era la de los “descamisados”, aquellos que migraban en gran masa del campo a las grandes urbes, ya que el país daba sus primeros pasos en el intento de industrialización, acción que fue llevada a cabo de forma exitosa por el entonces Coronel, Juan Domingo Perón.
Cuando la autodenominada “Revolución del 43’”derroca a Castillo, y los militares del GOU (Grupo de Oficiales Unidos) y ATE (Asociación de Tenientes del Ejército) comenzaron a repartirse los Ministerios, el joven militar lobense respondió: “No quiero ningún Ministerio, sino el Departamento Nacional del Trabajo”. Hasta ese entonces, ese organismo estatal tenía escaso o casi nulo poder. Pero Perón tenía otra estrategia en mente, que sorprendió a propios y extraños.
Previamente a su asunción como Jefe del Departamento, Perón se unió a dos sectores sindicales logrando uno de sus primeras conquistas a favor de los trabajadores: La atención sanitaria gratuita dentro de las fábricas a costas de los empresarios. Después, con la creación de dependencias regionales, garantizó su aplicación en el interior influyendo así en los sistemas sanitarios y profilácticos de las provincias, como así también en las gobernaciones.
En noviembre, y gracias a su crecimiento político, un decreto creó la Secretaría de Trabajo y Previsión de la Nación. Allí, Perón concentró el poder político de la acción social estatal, ya que bajo su órbita funcionaban la Caja de Jubilaciones y Pensiones, la Dirección Nacional de Salud Pública, la Dirección Nacional de Asistencia Social, la Junta de Desocupación y la Cámara de Alquileres. Es decir, todas aquellas cuestiones que impactaban directamente en la cotidianeidad de los argentinos “descamisados”, pasaban por la mesa del joven coronel lobense.
Su por paso por la Secretaría concentró en un año, más de un siglo de luchas obreras y consiguió ampliar derechos para todos los trabajadores argentinos: Instituyó la indemnización por despido, jubilaciones para empleados de comercio, estatuto del Peón de Campo, creación del fuero laboral argentino, aguinaldo y la negociación colectiva, que reguló la relación capital-trabajo. Perón fue el primer político en actividad del país en participar de una asamblea obrera, en donde José Domenech lo presentó como “El primer trabajador de la Argentina”, título que se referencia automáticamente a su persona.
El desenlace de la historia, ya la sabemos todos, es vox populi, vox dei en su máxima expresión. Perón, estuvo preso y el 17 de Octubre del 45’ el pueblo presionó hasta que el Coronel apareció por el balcón de la Casa Rosada (Si, el mismo balcón en el cual la máxima expresión del antiperonismo y el gorilismo, Mauricio Macri, se puso a bailar al compás de Gilda), apenas pasadas las 23:10. Y de la nada, surgió el movimiento popular más grande de la historia del país y uno de los más influyentes del mundo, nunca jamás existió un movimiento político con la vocación de poder del peronismo.
A los días se casa con María Eva Duarte, y la historia del país da un giro de 180 grados que obliga a todos los políticos a hacer el ejercicio de memoria permanente.
Perón gana las elecciones y la Señora Eva, comienza a tener actividad política. Perón y Evita conforman un extenso Estado de Bienestar, con sus principales ejes en el Ministerio de Trabajo y Previsión y la Fundación Eva Perón, realizando como nunca jamás se hizo (hasta que Néstor y Cristina Kirchner llegaron al poder en Mayo del 2003) en la historia de nuestro adolescente país, una redistribución de la riqueza en favor de los sectores más postergados del país.
Perón, y con Eva a la cabeza de la campaña, reconoció los derechos políticos de las mujeres (Ley 13.010 de 1947) y se fundó el Partido Peronista Femenino (1949). Quizás, no era posible llegar hasta este lugar sin explicar en las breves 835 palabras que anteceden a esta oración, el contexto del peronismo y su ampliación de derechos. Por eso, y como casi siempre en la historia humana, un poco de historia y un libro voltea a cuanto cráneo (que en vez de cerebro tiene un globo amarillo) diga que la situación que ellos mismos generaron es culpa del peronismo.
Para tomar referencia, después de un arduo trabajo de empadronamiento, 3 millones y medio de mujeres concurrieron a las urnas para expresarse, por primera vez en la historia, como mujeres completamente libres y decidiendo el país que querían.
El Partido Peronista Femenino se fundó en julio de 1949, y era la mismísima Eva Perón quien elegía a las delegadas de cada distrito. No tener experiencia política previa era una cualidad, ya que Eva buscaba que sus delegadas estén lo más alejadas posible de los vicios de la política tradicional, incluso las alertaba respecto de que no se dejaran influir ni aconsejar por los hombres del partido.
En principio, las delegadas censistas se encargaron de saber cuántas mujeres simpatizantes peronistas había en el país. Luego siguieron censando y empadronando de cara al futuro debut eleccionario, a la vez que se pusieron al hombro la gestión de los centros cívicos femeninos, que funcionaban donde encontraban un hueco: en la casa de alguna vecina, en algún galpón sin uso, departamentos, teatros, salón de comité, dependiendo de la región.
Se llevaron a cabo cerca de 4000 centros en el país. Los hombres tenían el acceso prohibido. Allí se desarrollaban actividades culturales, talleres de taquigrafía, dactilografía, inglés, clases de alfabetización, cocina, corte y confección, y talleres de formación política, entre otras tareas. También se encargaban de la atención primaria. Si bien no lo eran formalmente, funcionaban como parte de la estructura del Estado.
Hoy, a 72 años de la ley 13.010, era la obligación intelectual de este peronista, aunque también periodista, de combatir al gobierno cambiemita y su búsqueda de generación de sentido común completamente errónea. Hace 80 años que el peronismo combate poder, pero nunca, jamás, dejando siquiera a un argentino afuera. Es con todos.
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